Para proporcionar al árbol una forma correcta, acorde a la función que cumple, distribuyendo de modo homogéneo sus ramas.
Para corregir una mala formación.
Para disminuir de peso, a aquellos árboles con riesgo de caída o rotura.
Para evitar que ramas bajas afecten el tránsito, de peatones y de vehículos.
Para lograr mejores condiciones de insolación y aireación, para mantener un adecuado estado sanitario del árbol.
Para eliminar madera de baja calidad, ramas débiles, enfermas o muertas, con riesgo de desprendimiento, que pueden causar daños a personas o bienes y aumentar innecesariamente el volumen de la planta.
Para evitar el rozamiento de ramas con cables y edificaciones, que podrían causar daños e inconvenientes.
Para mantener un correcto equilibrio entre parte aérea y radicular, si trabajos subterráneos hubiesen afectado la integridad del sistema radical del árbol.